Pronto llega la Navidad. Para bien o para mal. Que no cunda el pánico que como todo en la vida, se acaba. Yo tengo que confesar que no era demasiado amiga de estas fechas; pero desde que los trastis llegaron al mundo, me encantan.
No me quejo, ya digo, pero el otro día hablando con mi amiga Isa, me quede ojiplática al ver cómo nos complicamos la vida las madres. Ser mamá no es solo traer hijos al mundo, hay situaciones colaterales que toca sufrir, y mucho, y que hacen que la maternidad sea algo mas difícil.
Hablamos de los regalos de Navidad. Más concretamente de los regalos a los profes y el grupo de guasap de las madres del cole. Mala combinación.
Lo primero. Digamos la verdad. Una parte de tradición hay, pero bajo la apariencia de generosidad, el regalo al profesor de nuestros infantes, es un intento de compra de favores. Un tráfico de influencias en toda regla. Eso sí, encubierto. Vamos, que toda la vida se ha pensado que si yo te regalo un jamón, tú mirarás con otros ojos a mis hijos.
Que sepáis que cosas parecidas están penadas por ley. Ahí lo dejo. Eso sí, si me preguntan, yo solo hago un acto de amistad hacia alguien a quien los trastis aprecian. Mmmm, este argumento creo que lo he oído en algún lado…
Sigamos. Mi amiga Isa está desbordada con sus más de 1000 mensajes en el teléfono… Y su dedo dislocado de tanto darle a la tecla. El panorama es el siguiente. Seguro que a alguien le suena:
Una madre propone regalar algo por Navidad a la seño. El problema es que también hay una auxiliar de apoyo y claro, se plantea si debe haber detallito para ella. Y hay otra cuestión. La profe es sustituta y se va en enero, con lo cual, se habla de regalo de despedida. Se crean dos posiciones. Nada de obsequio de Navidad y se hace uno de despedida y otro a final de curso a las dos; a la titular (que vendrá a partir de año nuevo) y a la auxiliar. Y una segunda posición, más generosa esta, con regalo de Navidad para las dos y otros dos detallitos a final de curso. Vamos, la casa por la ventana, que a este paso se gastan la paga extra en dádivas.
Tras más de 500 mensajes, no hay pacto. Ríete tu de Rajoy y Mas. Esto sí es una lucha encarnizada por hacerse con el control de voluntades de la comunidad maternal. Que vamos a ver, que somos madres y hablamos de algo amable como es regalar, no hace falta que esto tenga una similitud sospechosa con un combate de lucha libre. Y esto son solo las primarias, por lo que parece. Aquí hay tema para rato.
Continuamos para bingo. Han salido variantes y la sección navideña ha aprovechado para hacerse la despistada. Y aquí mi amiga empieza a desesperarse. Alguna madre propone que cada cual haga lo que le dé la gana y se hagan regalos por separado. Otras apelan a que ya se ha votado y que hay que acatar. Tengo que decir que conociéndome, yo aquí ya hubiera zanjado la cuestión diciendo que; nada para nadie nunca y au. Todo por los aires y a tomar viento fresco.
Ah! y lo peor. La tocapelotas del grupo. Después de mandar villancico, mensaje navideño hortera y dar por rasca hasta la saciedad, pregunta quien se encarga de comprarlo. Tócate las narices. Está claro que debería ser ella, ya que tiene tanto tiempo.
Aquí entra en juego mi otra amiga, Susi, que apunta que en su cole, que también hay grupo de guasap, alguien ha mencionado lo del consabido presente y allí nadie ha dicho ni pruna. Este grupo es más agarrado, por lo que veo. Isa la mira con cara de envidia. Ella también quiere un grupo hippy. Lo siento cariño, a ti te ha tocado el activo, ya te recompensará la vida con otras cosas.
Y entonces llega Pili. Y me cuenta el acabose. Cuando ya creo que he visto y oído todo lo referente a grupos de mamis y regalos, ella me dice que en su colegio regalan a la seño, a la de apoyo y a la que cuida en el comedor. Pasen y vean señores ¿alguien da más?. Que digo yo que está bien eso de los mandos intermedios; pero que ya de paso, ¿por qué no le regalan algo al director del cole, que es el que tiene el verdadero poder?.
A este paso, a mi ya no me quedaría un duro para ofrecerle un mísero detalle a maridín. Ni paciencia. Solo de contarlo estoy agotada.
Madre mía y estamos hablando de niños de tres años. Que apenas juegan con plastilina, pintan y hacen castillos de arena. No quiero ni pensar que pasará cuando sean algo más mayores y haya exámenes en juego.
¿De verdad esto pasa en todos los colegios de España? Y la Navidad ni si quiera ha empezado…